Igor A. Arias M
Las estrategias entendidas como la mejor combinación lógica de pasos que integran actores, factores y acciones, para lograr un objetivo especifico en un determinado contexto (Gálvez, S. et al 1995), se convierten en elemento critico a la hora de ejecutar programas. Es imperativo disponer de estrategias claras, ágiles, realistas, que vayan dirigidas, no solo al desarrollo de la institución ejecutora, garantía de permanente adecuación organizacional; sino y muy importante, a la implementación del programa mismo.
Seguidamente discutiremos algunas estrategias consideradas importantes en la implantación y ejecución del programa de extensión agrícola:
La educación y formación del hombre para su incorporación al desarrollo rural viene a ser la misión de la extensión agrícola y por lo tanto de cualquier programa de esta naturaleza. Aún así, hemos querido presentarla como estrategia, por cuanto los cambios ocurridos y en proceso a nivel mundial/nacional exigen de la aplicación de herramientas y metodologías de enseñanza aprendizaje mas adecuadas, así como de formas de operar que hagan más efectivos esos procesos.
Esta estrategia, muy dinámica, manejará esfuerzos participativos, el uso de las experiencias de aprendizaje, el desarrollo de capacitadores locales, los nuevos medios, la autogestión y en general todo aquello que al hacer crecer al hombre lo ayude a convertirse de manera sostenible en gestor de su propio bienestar.
La agricultura, por ser una actividad biológica humana, es altamente influenciada por la dinámica eco-socio-económica de las localidades. De ahí que iniciativas sostenibles en su ámbito, deberán basarse en un importante conocimiento de esas realidades y contar con la aprobación y participación de los actores sujeto y objeto de esa actividad.
En el mundo de hoy y del mañana ya no es posible pretender tomar, en los grandes centros de poder, las decisiones que afectarán a conglomerados ubicados a grandes distancias. Las comunidades se hacen cada vez más conscientes de su rol y exigen participación en la toma de decisiones que les afectan; y debe ser así, si reconocemos que las comunidades son los grandes gestores de su propio desarrollo. No puede haber desarrollo sostenible sin la participación consciente de los sujetos del mismo.
En Venezuela los procesos de descentralización son relativamente recientes y por ser un país con una tradicional cultura centralista su aplicación se ha dificultado. Este proceso a veces se concibe como una lucha en la cual las regiones ganan espacios a expensas de los tradicionales centros; a esto se agrega que los impulsores de la descentralización son generalmente personeros ubicados en las grandes ciudades, que a pesar de su buena voluntad poseen una cultura centralista y por ello en el mejor de los casos terminan adelantando procesos de descentralización "a su manera," y ellos no logran como es lógico cumplir con las necesidades y expectativas, y por lo tanto insertarse de forma sostenible.
El programa de extensión deberá estudiar y poner rápidamente en practica mecanismos que promuevan ese proceso y que permitan transferir la toma de decisiones a las regiones. A entes estatales y municipales, y especialmente a la sociedad civil deberá vendérsele el programa de manera de que al hacerlo suyo participen con entusiasmo en su ejecución.
Un error en el que han incurrido muchos programas es el de hacer crecer la unidad coordinadora central en la medida que se expande el programa. El pensamiento centralista exige control detallado y total, mínimo riesgo de ejecución y su causa es generalmente la desconfianza en las capacidades de los actores regionales. De esta manera las unidades se burocratizan, y especialmente en programas de cobertura nacional ese abultado recurso humano realiza un excesivo esfuerzo, generalmente inútil, que incrementa los costos y reduce la eficiencia.
Como hemos señalado se deben construir organizaciones pequeñas, ágiles, con gran capacidad de relacionamiento, con clara delegación de funciones y asociado a ello, poder para la toma de decisiones, que sirvan de promotor, facilitador y orientador a nivel regional y local de enseñanza para el desarrollo. Se deberán hacer esfuerzos para construir una cultura organizacional que asimile y valore el proceso de descentralización, que asuma los riesgos inherentes a su ejecución con la certeza de que mayores siempre serán los beneficios, que respete y valore al hombre y promueva el convencimiento de que es ese hombre sujeto - objeto, la fundamental garantía de éxito del programa.
Generalmente los técnicos y especialmente los investigadores embebidos en un ambiente "autodenominado no contaminado" tendemos a evitar y hasta menospreciar las relaciones con el sector político. Entre estos dos grupos priva el escepticismo y la desconfianza y por ello aparecen como parcelas impenetrables, incapaces de actuar en conjunto.
Si interpretamos el mundo actual, e internalizamos el paradigma de las relaciones, vemos que ello no puede seguir siendo así. Mas que nunca estos dos sectores se requieren para el logro de sus fines, definitivamente comunes.
A este respecto es importante señalar: aunque el sistema de innovación tecnológica funcione bien vale decir la generación, adaptación, y transferencia; aunque los productores adopten la tecnología y se desarrolle todo un sentimiento hacia su aplicación, estas no serán difundidas y puestas en practica a una escala social y económicamente significativa, si no cuenta con el concurso y apoyo del sector político.
Es pues necesario reconocer la importancia de lo político, lo determinante de su concurso, y lo útil de su participación en los procesos de cambio. Este sector tiene una gran capacidad para agilizar y masificar iniciativas, para eliminar o no crear barreras, para conseguir recursos, para trabajar con grandes grupos, y algo muy importante para avizorar situaciones futuras y establecer relaciones mucho mas allá de lo convencional.
Nuestra misión es venderle a estos sectores el proyecto y lograr que sean entusiastas defensores y promotores del mismo. Para ello deben ser invitados a conocer y participar en el, de una forma abierta y sincera. Igualmente, el programa debe ayudar a resolver los problemas que las comunidades exijan, así como preocuparse por tener resultados impactantes y proyectarlos en la sociedad. El reconocimiento de efectividad del programa, por parte de la comunidad-votantes, es la mejor garantía para el apoyo que el sector político pueda dar.
La estrategia más innovadora del programa de extensión agrícola MAC-CIARA-BM es la de confiar la responsabilidad de la actividad de extensión a organizaciones privadas.
La "extensión agrícola" en Venezuela, se había concebido como de exclusivo diseño y ejecución por parte de instituciones gubernamentales. Este modelo, dominante hasta nuestros días, ha demostrado ser ineficaz. Las organizaciones de extensión del sector publico además de tener problemas de brújula, han experimentado tal proceso de deterioro que aparecen imposibilitadas para cumplir su función. Adolecen de una crónica falta de orientación y políticas, poseen una muy baja capacidad de relacionamiento y convocatoria, brindan escasos estímulos a su personal, y no disponen de recursos para apoyar la gestión a nivel regional.
El programa de extensión busca servir de vehículo para transferir responsabilidades del estado hacia el sector privado; de esta manera se estimula la conformación de empresas especializadas, se amplia la base productiva regional y se gana en eficiencia. Insistimos, es una estrategia novedosa y sin precedentes, de ahí que su implantación requiera de una cabal intención estratégica, de procedimientos y normativas transparentes, y de mecanismos de información, seguimiento y control ágiles.
Como hemos señalado, lo complejo de los problemas actuales determina que la idea de organizaciones autosuficientes, con capacidades "terminales" en todos los procesos involucrados en sus funciones, resulte imposible incluso de pensar. La extensión agrícola lidia constantemente con interrelaciones, y la fuerza de un programa de este tipo se basa en su capacidad de convocatoria y poder de vinculación.
La extensión agrícola, como hemos señalado, ha sido tradicionalmente una marginada en los espacios de innovación agrícola. Hoy reivindicamos su importancia para el funcionamiento de ese sistema y sin pretender saltar al otro extremo, aseveramos: de su acción coordinada depende grandemente la efectividad de la innovación tecnológica agrícola.
La cooperación, como señala Arias, 1995, es una forma positiva de relacionamiento a través de la cual se integran y complementan conocimientos y capacidades que permiten potenciar las posibilidades tecnológicas, productivas y de intercambio. Es estrategia prioritaria de un programa de extensión, establecer relaciones de cooperación, por una parte con los componentes del sistema de innovación tecnológica, su espacio fundamental; y por la otra y aquí se amplia el nivel, con los actores relevantes del entorno político, social y económico, ámbito en el que logran su realización los beneficiarios de estos programas.